Me dirigí a la plaza grande en silencio buscando a Jeb. Cuando llegué a esta me quede dura, paralizada, inmóvil. Había un montón de valijas, bolsas, cajas, etc. cerca de la puerta. ¿Todos se iban? Claro, justo cuando consigo una habitación se les canta por irse. Egoístas.
Comencé a andar hacia las valijas y escuché un murmullo de voces proveniente de una de las cuevas. Caminé por los túneles siguiendo las voces que cada vez se escuchaban más y más cerca. Hasta que los encontré, en la gran sala oscura (aunque ahora estaba bastante iluminada por lámparas solares) que Jeb solía llamar “los recreativos”.
Todos estaban allí, sentados en el suelo, excepto Paz, la novia de Jamie, y Jeb, que se encontraban apartados de todos, en la zona mas iluminada.
Cuando entré en la cueva todos los ojos se posaron en mí. Busqué con la mirada desesperadamente algún rostro conocido.
-Sarah, ¡ven aquí!- me llamó alguien, comencé a caminar sin saber bien a donde y me encontré a Melanie, sonriéndome, con Jamie y Jared a sus costados. Me fastidié un poco cuando la persona que estaba junto a Jamie se tuvo que hacer a un lado, ya que yo no quería sentarme junto a él.
Intenté poner la mejor cara que pude y me senté, tratando de dejar el mayor espacio posible entre Jamie y mi persona.
Jeb se aclaró la garganta y comenzó a hablar.
-Dos tribunales por dos razones distintas…
¿Tribunales? ¿Nos encontrábamos en un tribunal? ¿Qué había pasado? Por el rabillo del ojo logré ver como Jamie miraba el espacio entre nosotros como si hubiera encontrado una cucaracha junto a él en vez de una persona.
-Comencemos por el primero; Paz- Jeb estaba demasiado serio, lo único que hacia, aparte de hablar, era dirigirle miradas frías a todos-. No tenemos espacio, necesitamos mas habitaciones, y Paz no tiene donde quedarse… Y eso nos lleva al segundo tribunal; la mudanza.
Un murmullo de voces enojadas recorrió las filas de personas, desde donde yo estaba escuchaba algunos insultos y algunas quejas.
Jeb esperó pacientemente hasta que todos se calmaran y abrió la boca para seguir, pero otra voz lo interrumpió;
-No podemos irnos, Jeb- miré a mí alrededor buscando a la persona que había dicho ello, pero no vi absolutamente nada.
Por un momento me pareció que todos me miraban a mí…
-¿Por qué no, muchacho?- preguntó Jeb irritado.
-¡Oh, vamos!- me sorprendí al darme cuenta que era Jamie quien hablaba-. ¿Cómo que “por que no”? Hay dos perfectas razones para no irnos… Primero; los buscadores. Ya escuchaste a Mel y los demás. Nos están buscando, a todos. Un pie en la arena del desierto y un buscador nos atrapa. ¡Es mas seguro quedarnos acá y esperar que salir y arriesgarnos!
Algunas personas empezaron a asentir con la cabeza, otras se limitaban a mirar a Jeb o a Jamie.
-¿Y segundo?
-Tardaríamos días, quizás semanas, en encontrar un lugar donde tengamos todo lo necesario para sobrevivir
Jeb se quedo pensativo, mirando a Jamie con un extraño brillo en los ojos.
-Jamie tiene razón, Jeb- gritó Melanie para hacerse oír por encima de las demas voces-. No podemos irnos, no sabemos cuando vendrán. Talvez esperamos demasiado y ya se nos acabó el tiempo. Aparte estamos demasiado escondidos, les costará demasiado encontrarnos…
-De acuerdo…
Todos se guardaron silencio.
-Votación- murmuró-. Ya saben, si no me gusta el resultado tomaré mi propia elección. Mi casa…
-…tus reglas- dijeron todos con tono cansado. Jeb sonrió como si fuera un buen chiste.
-Los que quieran una mudanza, levanten la mano- unas dos o tres personas levantaron la mano, y los demás aguardaron-. Los que quieran quedarse aquí, levanten la mano- levanté mi mano al mismo tiempo que todos lo hacían. No llegué a ver la expresión de Jeb, ya que todas las personas que se encontraban delante de mí levantaron sus manos y me taparon la vista.
-Bueno… Creo que es obvia la opción que ganó.
Todos bajaron las manos.
-Nos quedaremos en esta hermosa cueva- sonrió-. Ahora vallan a desempacar y a trabajar. Mañana haremos otro tribunal para tratar el tema de Paz.
Algunos se levantaron y comenzaron a abandonar la habitación, otros se quedaron a hablar entre ellos.
Me quedé donde estaba, observando a Paz, la cual no se había movido. Tenia el impulso de ir a abrazarla y decirle que iba a estar todo bien… Pero no podía.
Alguien toco mi hombro, pero cuando me di la vuelta y vi a mi alrededor nadie estaba lo suficientemente cerca como para haberlo echo.
Me impulsé con mis manos para levantarme, y al hacerlo un dolor punzante se dispersó por mi mano. Tenía una maldita roca clavada en la palma. Cuando tiré de la roca para sacarla un montón de sangre comenzó a salir de la herida. Volví a poner la roca como estaba y corrí por el oscuro pasillo en busca de Doc.
No recordaba donde estaba la sala de las camillas. Ni siquiera sabia donde estaba yo. Aceleré mi paso y la desesperación me comenzó a apoderar. Mientras corría iba tocando las paredes para encontrar una abertura en la oscuridad o alguna salida. La mano me ardía y dolía. Me limpié el sudor con la mano herida y sentí que otro líquido caía sobre mi cara… Sangre.
Empecé a sollozar, desesperada y desangrándome. Estaba a punto de arrancarme una parte de la remera para utilizar como venda en la herida. Pero unas manos fuertes me agarraron por los hombros y me empujaron hasta la pared. Sentí una respiración sobre mi cara y luego algo me agarró del cuello y me alzó en el aire y me estampó contra la pared de roca otra vez, pero ahora mis pies no tocaban el suelo. La cosa sobre mi cuello presionaba cada vez más fuerte… Dejándome sin aire…