Por Jamie.
Quieto. No la toques. Esta bien, esta respirando. No es nada grave. Todo se iba a solucionar, eso esperaba. Sarah respiraba dificultosamente, su pecho subía y bajaba, pero a veces parecía trabarse, y tardaba en volver a su ritmo normal, cada vez que esto sucedía mi corazón daba una sacudida, y las imágenes del estado en que la habían encontrado me aparecían en la mente, como fotografías de algo muy lejano, pero difícil de olvidar.
Horas antes todo estaba tranquilo, había terminado el tribunal y estaba buscándola para preguntarle que opinaba sobre el que se realzaría al día siguiente sobre Paz, y de la decisión de quedarnos en la cueva. Pero no la encontré, Jeb encontró sangre donde Sarah anteriormente estaba sentada, y todos comenzamos a buscarla.
Yo me encontraba en un túnel oscuro que llevaba al hospital, cuando escuche a Ian gritando su nombre, automáticamente comencé a correr hacia cualquier lado, pero no sabía de donde provenía la voz, ya que retumbaba por toda la cueva. Hubo un segundo, en el que todo se calmó y deje de escuchar a Ian. Lo único que oía eran los latidos de mi corazón retumbándome en los oídos, cuando un grito desgarró el silencio. Fue un grito que me hizo estremecer, un grito de agonía. ¿Como podía ser que la había tenido delante hace 5 minutos, y ahora estaba sufriendo en algún lugar de la cueva? Y yo no podía hacer nada, no la encontraba, no escuchaba a nadie.
Continué corriendo, hasta llegar al hospital. No había nadie. ¿Donde estaba ella? ¿Donde estaban todos?
Y el desastre empezó cuando Ian llego con Sarah en brazos. Primero no la reconocí, ya que tenía la cara totalmente desfigurada, llena de sangre. Después me salí de mis casillas. Grité a todo aquel que se me cruzo en el camino. Cada vez que veía a Sarah, mientras Candy y Doc la trataban, un odio me recorría de pies a cabeza. Un odio que no era dirigido a ella, sino a la persona que le había hecho eso. ¿Quien había sido el animal, el insensible, el humano que había lastimado así a una chica de 14 años?
Cada vez que se lo preguntaba a Ian evadía mi pregunta y miraba a Sarah, lo único que me respondió fue que ya lo habían encerrado, y que Jeb estaba decidiendo que hacer con él. Pero yo quería su nombre.
Estaba tan fuera de control que Jared me agarro por la espalda y me llevo arrastrándome a mi habitación. Cuando llegamos me tiró contra una pared, y yo intente encajarle uno que otro puñetazo, pero él los esquivaba.
-¡Tranquilízate!- me había gritado-. No esta muerta, esta en coma.
-¡QUIERO SABER QUIÉN FUE!- le había respondido
-¿Y en que va a cambiar que sepas el responsable? ¡No vas a poder hacer nada al respecto! Jeb va a decidir que hacer con esa persona, vos solo tenes que estar preocupado por Sarah, que hay altas posibilidades de que no sobreviva la noche.
-Pero...
-¡Pero nada! ¡Siempre reaccionando violentamente! La verdad no se que es lo que te paso en los últimos años, antes eras la persona mas amigable, sociable y buena que había visto en esta cueva.
-¿Amigable, sociable y buena? ¡Eso era cuando tenía 11 años! La gente crece y madura. ¿Sabias?
-Si, lo sabía. Pero en casos como el tuyo, crecen para mal. Me decepcionaste.
-¿Por que tendría que preocuparme de lo que gente como vos piensa de mi? ¿¡Eh!? ¡Ya soy un hombre, no tengo que seguir escuchando los sermones que me dan Mel o Wanda!
-No eres un hombre. Lo único que veo es un niño que se cree un hombre solo por contestarle mal a los mayores. ¡Oh, vaya, mira que chico malo!- se detuvo y suspiró-. Solo piénsalo.
-No necesito pensar nada.
Y Jared se fue de mi habitación.
Horas después, cuando ya me había relajado, quise saber el estado de Sarah, pero nadie venia a informarme sobre nada. Lo cual era raro. Y así me decidí a venir solo al hospital. Me senté al lado de la camilla de Sarah, y me dispuse a vigilarla.
Tenía la cabeza y una mano llena de vendas, y un ojo completamente hinchado y morado. Me quedé dormido en varias ocasiones, pero cada vez que me despertaba todo seguía igual. Hasta que en un momento, cuando me desperté de lo que me pareció una siesta de 1 hora, vi a una persona junto a mi.
Cabello rojo como el fuego, que se distinguía hasta en la oscuridad de la noche, ojos ámbar, que parecían dorados, los cuales me miraban fijamente.
Quieto. No la toques. Esta bien, esta respirando. No es nada grave. Todo se iba a solucionar, eso esperaba. Sarah respiraba dificultosamente, su pecho subía y bajaba, pero a veces parecía trabarse, y tardaba en volver a su ritmo normal, cada vez que esto sucedía mi corazón daba una sacudida, y las imágenes del estado en que la habían encontrado me aparecían en la mente, como fotografías de algo muy lejano, pero difícil de olvidar.
Horas antes todo estaba tranquilo, había terminado el tribunal y estaba buscándola para preguntarle que opinaba sobre el que se realzaría al día siguiente sobre Paz, y de la decisión de quedarnos en la cueva. Pero no la encontré, Jeb encontró sangre donde Sarah anteriormente estaba sentada, y todos comenzamos a buscarla.
Yo me encontraba en un túnel oscuro que llevaba al hospital, cuando escuche a Ian gritando su nombre, automáticamente comencé a correr hacia cualquier lado, pero no sabía de donde provenía la voz, ya que retumbaba por toda la cueva. Hubo un segundo, en el que todo se calmó y deje de escuchar a Ian. Lo único que oía eran los latidos de mi corazón retumbándome en los oídos, cuando un grito desgarró el silencio. Fue un grito que me hizo estremecer, un grito de agonía. ¿Como podía ser que la había tenido delante hace 5 minutos, y ahora estaba sufriendo en algún lugar de la cueva? Y yo no podía hacer nada, no la encontraba, no escuchaba a nadie.
Continué corriendo, hasta llegar al hospital. No había nadie. ¿Donde estaba ella? ¿Donde estaban todos?
Y el desastre empezó cuando Ian llego con Sarah en brazos. Primero no la reconocí, ya que tenía la cara totalmente desfigurada, llena de sangre. Después me salí de mis casillas. Grité a todo aquel que se me cruzo en el camino. Cada vez que veía a Sarah, mientras Candy y Doc la trataban, un odio me recorría de pies a cabeza. Un odio que no era dirigido a ella, sino a la persona que le había hecho eso. ¿Quien había sido el animal, el insensible, el humano que había lastimado así a una chica de 14 años?
Cada vez que se lo preguntaba a Ian evadía mi pregunta y miraba a Sarah, lo único que me respondió fue que ya lo habían encerrado, y que Jeb estaba decidiendo que hacer con él. Pero yo quería su nombre.
Estaba tan fuera de control que Jared me agarro por la espalda y me llevo arrastrándome a mi habitación. Cuando llegamos me tiró contra una pared, y yo intente encajarle uno que otro puñetazo, pero él los esquivaba.
-¡Tranquilízate!- me había gritado-. No esta muerta, esta en coma.
-¡QUIERO SABER QUIÉN FUE!- le había respondido
-¿Y en que va a cambiar que sepas el responsable? ¡No vas a poder hacer nada al respecto! Jeb va a decidir que hacer con esa persona, vos solo tenes que estar preocupado por Sarah, que hay altas posibilidades de que no sobreviva la noche.
-Pero...
-¡Pero nada! ¡Siempre reaccionando violentamente! La verdad no se que es lo que te paso en los últimos años, antes eras la persona mas amigable, sociable y buena que había visto en esta cueva.
-¿Amigable, sociable y buena? ¡Eso era cuando tenía 11 años! La gente crece y madura. ¿Sabias?
-Si, lo sabía. Pero en casos como el tuyo, crecen para mal. Me decepcionaste.
-¿Por que tendría que preocuparme de lo que gente como vos piensa de mi? ¿¡Eh!? ¡Ya soy un hombre, no tengo que seguir escuchando los sermones que me dan Mel o Wanda!
-No eres un hombre. Lo único que veo es un niño que se cree un hombre solo por contestarle mal a los mayores. ¡Oh, vaya, mira que chico malo!- se detuvo y suspiró-. Solo piénsalo.
-No necesito pensar nada.
Y Jared se fue de mi habitación.
Horas después, cuando ya me había relajado, quise saber el estado de Sarah, pero nadie venia a informarme sobre nada. Lo cual era raro. Y así me decidí a venir solo al hospital. Me senté al lado de la camilla de Sarah, y me dispuse a vigilarla.
Tenía la cabeza y una mano llena de vendas, y un ojo completamente hinchado y morado. Me quedé dormido en varias ocasiones, pero cada vez que me despertaba todo seguía igual. Hasta que en un momento, cuando me desperté de lo que me pareció una siesta de 1 hora, vi a una persona junto a mi.
Cabello rojo como el fuego, que se distinguía hasta en la oscuridad de la noche, ojos ámbar, que parecían dorados, los cuales me miraban fijamente.
Paz.
-¿Qué haces aquí?-le pregunte
entre susurros.
Ella no respondió y se limitó a mirarme. Un
par de lágrimas se deslizaron por su rostro.
-¿Qué paso? ¡Dímelo!- la agarré de
los hombros y la sacudí hasta que abrió la boca para hablar. Se secó las lágrimas
y miró el piso.
-Jamie… Fue mi culpa.
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Y acá esta. Mas de un año sin subir. Discúlpenme. xD
Estoy escribiendo otras historias a parte de esta, (aunque no las subo), y necesito leer el libro de nuevo para refrescar mi memoria. Espero poder terminar rápido el próximo capitulo.
Muchas gracias a los que me tuvieron paciencia, y a los que me pidieron que siguiera la historia.
Espero que les guste y lo disfruten.